Momentos divinos: el valle más oscuro
Pacientes y familias
Soy consciente de que vivimos en una sociedad religiosa pluralista. No todos creen en el mismo “Dios”, o en la falta del mismo. Por lo tanto, soy consciente de no imponer mis creencias a las familias, los pacientes y el equipo de cuidados paliativos.
Dicho esto, me gustaría invitarte amablemente a entrar en mi mundo. Un mundo donde el cuidado se dé a través de la presencia terapéutica, la empatía y el asesoramiento; donde se facilite el apoyo religioso a personas de diferentes tradiciones religiosas (budistas, católicas, musulmanas, etc.); y donde en los valles más oscuros, lo Trascendente se vuelve personal. Llamo a estos tiempos peculiares, “Momentos Divinos”.
Una tarde soleada, visité a un paciente que se encontraba en un estado de rápido deterioro. La familia del paciente estaba muy angustiada y confundida. Cuando entré en la habitación, había un silencio aterrador. Después de hablar con la familia y saber que eran religiosos, hablé con el paciente y le recordé que Dios caminaba con él en la oscuridad actual de su vida.
Cuando me agaché para tomar sus manos, las nubes que se movían a un ritmo rápido cubrieron la luz del sol, oscureciendo la habitación. Era como si las nubes conocieran la temperatura emocional de la habitación. Saqué mi Biblia y leí el Salmo 23, un conocido Salmo de confianza, que nos muestra que uno debe pasar por dificultades en la vida, pero nadie debe tener miedo. Después de la lectura, dije una oración, mientras enfatizaba el versículo 4:
“…e incluso cuando camine por el valle más oscuro, estaré contigo.”
No estaba seguro de qué era, pero algo dentro de mí me empujaba a recordarle al paciente esta maravillosa verdad: no está solo; Dios está contigo como una luz radiante.
Apenas terminé la oración, la nube, sintiendo por segunda vez la temperatura emocional de la habitación, se alejó del sol e iluminó el ambiente. Una de las hijas del paciente me llevó a un lado y me dijo: “Capellán, necesito hablar con usted”.
Entramos a la sala de estar donde ella derramó su corazón diciendo: “No he podido llorar ni derramar lágrimas hasta ahora. La razón por la que estoy tan emocionada es porque ayer, cuando mi padre estaba pasando por mucho dolor y ansiedad, nos dijo: 'Estoy caminando solo en la oscuridad'. Pero después de su tranquila presencia y oración, ahora sabemos que Dios está verdaderamente con él”.
Esa tarde soleada, aunque la familia estaba pasando por la pena y el luto, había una paz y un consuelo que sobrepasaba todo entendimiento. Y esto fue un regalo de arriba. De alguna manera, la familia sabía que Dios no los había abandonado durante estos tiempos difíciles.